lunes, septiembre 27, 2010

portada de nuestro libro Vida y Poesía 2009


Prólogo de la antología de Vida & Poesía 2009

Leemos y nuestras almas encuentran belleza en el instante, en el tiempo fugaz e irrepetible. Entre un respiro y otro, vivimos diminutas resurrecciones y nuestro sentido de gratitud se vuelve tan intenso que se nos rebalsan los ojos. Nuestras bocas se sonríen solas y nuestros brazos se abren inmensos, aun cuando no haya nadie a quien abrazar. La palabra, inclinada sobre la blancura de las hojas, nos estremece y llena nuestros silencios de una luz aún más renovadora que la del día.
Leemos sobre nuestra responsabilidad de educarnos y de educar. La historia dice que el desarrollo no abarca los valores. Los valores suelen ser como las iglesias antiguas, son templos que se visitan. Ya casi nadie se detiene en ellos, sino que los contemplan como joyas ajenas.
En nuestro universo personal no ha sido así, el desarrollo en nuestras personas ha provocado bendiciones, ha rescatado relaciones infértiles, las ha recuperado. Nuestras almas traen agua, traen una fuente que no podemos ni queremos resguardar. Poco a poco todo va cobrando sentido y los dolores se hunden como semillas, para luego brotar cual tréboles y girasoles.
Abrimos grandes los ojos ante los libros, buscamos el deleite, pero también la inquietud y la incomodidad. Miramos nuestras manos que sujetan los libros, son tan perfectas, son tan potentes, tan de verdad, tan nuestras. Volvemos a posar los ojos sobre los versos y encontramos un camino en este vaivén. En esta distancia tan corta que une nuestra felicidad a otras, que aún no se despiertan. Siempre faltamos en alguna parte, el universo está lleno de rincones olvidados. Leer es más que viajar: es alcanzar, es dirigirse incansablemente hacia al amor.
Queremos más ejemplos, más ejemplos de mansedumbre, que los ejemplos no se agoten nunca en nuestro camino. Necesitamos de ayuda, de mucha ayuda para domar y entregar nuestro espíritu. ¿Quiénes son nuestros guías? A veces la belleza, a veces la verdad, a veces el dolor. Pero, por sobre todo, los desafíos. Ellos guardan este trozo de luz que sana nuestras oscuridades.
A la vez, somos guías. Somos ejemplos, somos frenos, somos justicia y esperanza. Somos el espejo donde otras vidas deben reflejarse, donde otras luces deben multiplicarse, donde nuestro prójimo debe recoger más de si. Leemos por las tardes, cuando la soledad nos permite aprender. Al alba nos levantamos a enseñar, a contener, a interrumpir los caminos fáciles de las almas que aún balbucean, a la altura de nuestros vientres.
Nosotros sí miramos las estrellas, y miramos con gusto nuestros cabellos emblanqueciéndose. Alguna noche resplandecerán, entrelazados con la Vía Láctea. Mientras tanto, nos vamos acostumbrando a la luz y leemos para recordarnos que el misterio nos inquieta, por resplandeciente. Es un fulgor que aún no alcanza nuestros ojos, un brillo que aún no cabe en nuestros rostros. Y así asumimos, una y otra vez, nuestro maravilloso destino: Somos los destellos que ascienden alborotados, las próximas constelaciones, el trozo de infinito que espera el cielo.

Lanzamiento de la antología de los Talleres Vida y Poesía en la Feria del Libro