Vida, Locura y Poesía

sábado, febrero 28, 2009

Garaje Copacabana:
Sendero de Poetas

En las veredas de Copacabana las olas se extienden en negro y blanco. Aquí en Las Condes tienen este color rojizo, mezcla de jojoba y poesía

4 comentarios:

Mónica de Pablo dijo...: Querida Flavia: ¡¡Bravo! Tu palabra es necesaria para el mundo. Gracias por compartirla. Mónica; 3:04 p.m.
Aida dijo...: Tu palabra llega, me toca el alma y crecen alas en mi cintura. Mis manos se multiplican para recorrer la esperanza.

Gracias a tus dedos manifiestos y generosos.; 10:13 a.m.
Unknown dijo...: Adorei!!! Não entendo tudo pq está em espanhol mas o pouco que entendo já me emociona, parabéns e escreva cada vez mais!!!! Bjs Andreia; 3:56 p.m.
Unknown dijo...: saudades palavrais...com "v". queria me inscrever para te ler e mandar escritos meus...não consegui.

Poderíamos?

bj

Prima Ana; 6:13 a.m.

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Tercer Milenio

El magnífico discurso de Marcela, es uno de los tantos ejemplos, que ofrece el cervantismo, para validar una de las más importantes características de la obra quijotesca: su atemporalidad. Es restaurador leer sobre como una mujer, personaje del siglo de oro, puede discursar en defensa de una minoría, alcanzando también a mujeres del segundo milenio, que todavía no encuentran las palabras correctas en su discurso. Me pregunto si, desde siempre, ¿las mujeres que saben querer matan? ¿Qué es lo que matan? ¿La muerte de Crisóstomo es la muerte de un hombre o es la muerte de un silencio?

La retórica, esa forma de decir del pasado, pareciera ordenar las palabras de la pastora, pareciera contener sus sentimientos, pareciera transformar sus legítimos deseos, en versos. El quijotismo es una inteligencia que extrapola el contexto renacentista de Cervantes.

Yo escribo como leo, reuniendo y entrelazando lo bien dicho con lo mal vivido. En otras palabras, yo creo en la literatura como un bálsamo que nos cura de la existencia, tan compleja y desafiante.

"...—No vengo, ¡oh Ambrosio!, a ninguna cosa de las que has dicho —respondió Marcela—, sino a volver por mí misma y a dar a entender cuán fuera de razón van todos aquellos que de sus penas y de la muerte de Crisóstomo me culpan; y, así, ruego a todos los que aquí estáis me estéis atentos, que no será menester mucho tiempo ni gastar muchas palabras para persuadir una verdad a los discretos..."