sábado, agosto 08, 2009

Mejores Generaciones
Leyendo a Dante Alighieri

¿Mejores en qué? ¿En valores? ¿En capacidades? ¿En cultura? ¿Qué certeza podemos tener de que estamos creando a mejores personas? Seguramente ninguna. Nada es garantía de éxito para las siguientes generaciones. El futuro siempre es una pretensión, un mapa huidizo y el más fugaz de los tiempos.

Los hijos son más que del mundo, son de ellos mismos. Y en esto reside la gracia del libre albedrío. Nadie, en el mundo adulto, responde por nadie, sino que por si mismo. En eso reside el ser hombre: en la posibilidad de repetir concientemente lo mismo, pero de forma magistralmente distinta.

No hay mejores, no hay peores. Y si estamos hablando de personas, las que se vuelven referencias, sólo sirven como ejemplos, como guías, como maestros. Si a cada instante, nos acercamos un poco más a la excelencia, entonces dejamos un testimonio de esperanza y fe en los procesos evolutivos. Pero en ningún caso nos tornamos superiores a otros. Al contrario: sentirse más que los demás, es el signo más evidente de empeoramiento.

La educación es un método necesario, es un instrumento de amor, es el camino más corto para el orden social. Pero el ejemplo es mucho más que eso, es el calor que enciende los tiernos espíritus, es la fuente caudalosa que alimenta tanto a la guerra como a la paz. Es la verdad que vence las murallas del intelecto y del corazón.

La degeneración, si es que la hay, no está en los hijos, ni en los alumnos, sino que en nosotros, sus líderes. La urgencia está en dirigir nuestro espíritu, antes que en corregirles las conductas. El desafío está en presentarnos, sin anuncios ni titubeos, en el altar límpido y sagrado de la acción.

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